«Intersnauta» en el sur del país, entrevista a Javier Gofin.

Intersnauta es el nombre del proyecto solista de Javier Gofin  fluyendo desde la ciudad de Bariloche. Fue un verdadero placer escuchar su producción sonora y haber tenido un interesante intercambio de opiniones que derivó en esta entrevista. Por otra parte es muy estimulante encontrar artistas que dedican toda una vida a «cuidar la tarea de seguir explorando» en medio de una realidad donde todo sucede y desaparece cada vez más rápido. Son varios los puntos en común y también diferencias que hallé con el Carbonoproyecto y me pareció que nadie mejor que el propio Javier para ampliar y contarnos sobre su enfoque y experiencias. Aquí va:

Fabián Racca  Leía sobre tu actividad, entre 1984-1996 en Villa Gessell y posteriores en Bariloche, como baterista en grupos de rock, jazz, reggae, funk entre otros, y si bien la idea de «fusión» aparece ya como experimentos rítmicos, pareciera que el interés por la música experimental más definida se acentuó en algún momento de tu etapa en el sur. ¿Me podrías contar cómo se dio ese proceso, a través de qué experiencias? ¿Pensás que el hecho de vivir en ese lugar del interior influyó para el desarrollo de tus experimentos sonoros?

 Javier Gofin – Es algo complejo de explicar pero podríamos definir dos etapas de un mismo proceso. Antes de mudarme al sur viví principalmente mi actividad como Baterista donde tuve la posibilidad de aprender la rítmica base que me sirvió para el desarrollo hacia otros estados sonoros que casi de manera inconsciente tenía instalados en mi curiosidad. En el Sur, descubrí un lugar con mucha diversidad artística, entonces mi situación de Baterista continuó un proceso acelerado hacia el Músico Baterista, que no es lo mismo. Conocí músicos interesantes con una visión diferente, en Bariloche, y por el momento la Fusión era lo experimental. También iniciaba la aventura de manera personal estudiando el concepto de experimental a través de un teclado con el que desarrollaba estructuras sonoras no convencionales. El sur montañoso, como otros tantos lugares, tiene algo que no se puede describir, lleva a la introspección y esto es un ingrediente extra para situaciones Artísticas, y la Estepa Patagónica es un espacio increíblemente sonoro desde este concepto, viviendo estos paisajes es casi inevitable para quien tiene la sensibilidad…oír cierta música en su interior. Luego de un hermoso proceso de gran actividad y continuo aprendizaje hacia el 2000 me corrí de la fusión definitivamente y mi interés por lo experimental terminó de despertar. Mi inquietud como Baterista se amplió hacia el lugar de percusionista, ejecutante de generadores de sonidos, con investigaciones que surgieron en la formación de un laboratorio principalmente de improvisación a cargo de un compositor experimental local. En este lugar hubo mucha música que me influyó, convencional y no convencional, músicos locales con los que toqué y comprendí conceptos musicales que cerraron básicamente, por decirlo de alguna manera, las ideas sonoras que en esos momentos me motivaban. Luego del 2003 comencé una nueva etapa donde me encuentro principalmente en total libertad sonora y en soledad para desarrollar finalmente una visión personal sobre lo experimental, ampliando conceptos, métodos, etc, etc…

Sí, vivir en el Sur influyó y se abrieron muchas puertas a un universo musical cercano al que yo me imaginaba.

 FR-¿Pasaste por alguna instancia de educación formal en música o todo tu trabajo es autodidacta?

 JG – Tengo en mi historial… dos clases de batería regaladas (porque no las podía pagar… jajaja!) y luego el laboratorio de improvisación experimental con O. Vásquez (año 99, 2000), que creo… fue una idea grupal… éramos 3, un violinista y guitarrista (eléctrica), otro guitarrista que incursionaba en medio del trabajo en el teclado y yo tocando generadores de sonido y percusión, esto duró 3, 4 sesiones. Sí, definitivamente mi trabajo es autodidacta… y está en todos esa capacidad… pero bueno… a mucha gente esta palabra o condición la asusta!… un académico fana diría – ¡socorro aprendió solito!… ¡no lo puedo comprender!…- y esto pasa no sólo con el Arte.

 FR-¿Qué compositores, improvisadores, ideas u obras contemporáneas forman parte de tus influencias o con los cuales sentís alguna identificación o puntos de contacto?

 JG – Bueno… no se pueden dejar de nombrar a John Cage, Juan Carlos Paz y Mauricio Kagel, ellos son más bien escuela, pero mis influencias son diversas y eclécticas: King Crimson, Zorn, Música aborigen original (OJO! no folklore), sino la música nativa, música raíz, la más pura que pueda encontrar, de culturas como la japonesa con la potencia de los KODO y sonidos sutiles, Mbya guaraní en nuestro país, africanas con su percusión con estructuras únicas ancestrales y en lo arábigo la sonoridad especial de voces e instrumentos de cuerda y otras tantas culturas. En estas músicas raíz encuentro una visión espacial sobre el sonido, no se trata de notas, son mas bien una representación de un estado vivencial, son imagen y sonido. También Bjork, Uakti, E. Sharp, Y. Tersen y otros. Pero considero que la música aborigen que nombré es mi influencia principal actual, hay algo en ella que me llama profundamente la atención, porque es mucho más de lo que se puede oír, me despierta sensaciones inspiradoras, tienen ingredientes que no existen en otras expresiones.

 FR– Escuchando tus discos encuentro una gran libertad compositiva donde los sonidos ocupan lugares muy definidos en el tiempo y todo muy bien grabado por más que sea de forma casera. Sin embargo definís tu trabajo como sound art precario. ¿En qué sentido considerás que esto es así?

 JG – Sound Art Precario es un concepto físico, una manera de incluir la precariedad de los generadores de sonido que utilizo, más la batería, un único barato y humilde micrófono y una Tascam vieja que grababa en casette y le sumamos también para cerrar el cuadro, el hecho de  que grabo el material donde puedo y dé, la comodidad. La calidad final es casi lo que quiero pero se plasman las ideas noblemente.

 FR– Me gustaría saber un poco sobre tu proceso creativo, ¿cómo es, qué lo dispara, es una práctica diaria, qué rol tiene la improvisación en los resultados finales?

 JG – La improvisación y el oído son lo principal, la organización es lo que sigue. El proceso es simple, no es algo diario, va madurando y un día aparecen ciertas claridades por algún sonido o inclusive situaciones e imágenes que hayan despertado a nuevas ideas o quizá a incursionar en algo que va tomando forma a partir de su aparición. Dejo que este proceso se realice con naturalidad y a su tiempo, sino no sale nada. Generalmente nacen muchas propuestas a la vez que organizo y sigue el proceso de elaboración. O sea, busco comprender hacia dónde me lleva lo que voy tocando, escuchando y grabando, mezclando primero mentalmente cada pieza y analizando detalles, hasta escuchar y encontrarlo casi cerrado (es un proceso que sostengo mientras desarrollo mi vida cotidiana) para luego mezclarlo en un programa digital simple. Esto puede durar días o meses, hasta lograr 8, 10 piezas con una forma determinada para terminar de pulir. Siempre intento armar conceptos en cada grupo de composiciones nuevas, entonces decido por ejemplo que todo sea acústico o crudo o que tenga algún mínimo efecto digital o ambiente determinado. Pero como suelo ejecutar los instrumentos y generadores de sonido de manera particular y ellos tienen sonidos especiales, últimamente quiero que eso tenga mucho valor como el resto de todo lo que se puede escuchar en cada track.

 FR-Incursionás también en los sonidos terapéuticos con el uso de cuencos sonoros, ¿cuál es tu relación e interpretación de este enfoque actualmente?

 JG – Utilizo poco los cuencos en estos últimos trabajos, pero los uso a diario de manera personal como un modo de conectar con la vida de otra manera, es un sonido especial que modifica aunque no nos demos cuenta. Estuve dando sesiones de meditación con Cuencos sonoros grupales e individuales, es un estado muy especial y recomendable como método sanador y de apertura hacia otra forma de pensamientos. El sonido en todas sus versiones modifica todo silenciosamente… para bien o para mal…

 FR-¿Te ganás la vida con alguna actividad relacionada a tu trabajo artístico? ¿Con qué otros músicos compartís estas inquietudes en Bariloche?

 JG – La vida me la gano con otra cosa, donde a veces aplico (cuando me dejan) algo de arte. En otra época también vendí algunos cuadros de mi autoría, actividad que va paralela a mi desarrollo musical y dediqué un tiempo a dar clases de batería pero ya dejé de dar tantas explicaciones… jaja!. Ultimamente no estoy en contacto con músicos con los que pueda compartir mis ideas sonoras, es muy personal esta etapa que estoy viviendo y estoy por ahora bien así. Ya volveré al tema… cuando aparezcan las personas adecuadas para algo nuevo que llame mi atención.

 FR– ¿Cómo ves la receptividad hacia la música experimental en el interior comparado a las ciudades como Buenos Aires, por ejemplo?

 JG – La música experimental, lamentablemente, se esta bastardeando, hay una confusión entre lo experimental y lo «raro sin sentido y sin propuesta diferente» (término discutible), se está estandarizando como justamente no tiene que suceder. La recepción en Buenos Aires creo que está estandarizada, la globalización tiene sus pro y sus contra… Lo que logro escuchar es más de lo mismo. En el interior, presiento que todavía lo comercial no arrasó con todo pero no nos descuidemos… En Bariloche por ejemplo viví una época de gran diversidad y había lugares dispuestos a mostrar Arte experimental y gente hambrienta de escuchar algo diferente, pero actualmente las cosas ya no son así. Y los que no caímos en la hipnosis estamos mas bien recluidos a continuar la tarea.

Intersnauta: Intersticios y navegante. 

JG – Siempre tengo una visión integral de la música, ésta se compone no sólo de sonidos mezclados sino de ambiente, de estados, imágenes y otros tantos aspectos (los intelectuales de la música no piensan lo mismo), esto también amplía en mi caso lo que Intersnauta quiere contar.

Y acá viene, para algunos, lo conflictivo!

Estamos invadidos y mal acostumbrados a escuchar música (entre») que nos dice que pensar, que cantar, como movernos y hasta cómo tocar en nuestros instrumentos, las academias programan, técnica e intelectualmente a personas para que se expresen de determinada manera, y hacer lo que les enseñaron perfectamente. Muchos terminan siendo grandes músicos y los mas curiosos en un intento de abandonar lo aprendido en busca de otra visión sonora, sin elementos, comienzan la aventura de lo experimental y la decisión de seguir con un mapa sin caminos o volver… el miedo puede engañarnos, el ego y los prejuicios, cómodos y acentuados lucharán contra lo desconocido. Con constancia y convicción podemos dibujar en la arena a orillas del mar sabiendo que una ola borrará lo hecho.

Abandonar lo aprendido para conectar con lo propio de cada uno, es un paso hacia la libertad compositiva, estética y sonora… y porqué no… en todas las expresiones artísticas.

Estoy convencido que existe una música diferente por cada ser humano, el «ser un músico» no existe, existe la necesidad de expresarnos y la expresión es comunicación, conectar con otro, solo decidimos como y con que, entonces nos ubicamos en algún lugar con nombre para comenzar siendo algo claros y nos presentamos, -«yo soy músico»- … que es sólo un título.

Lo experimental es la experiencia, eso que y como dibujamos en la arena a orillas del mar.

Todo fue experimental alguna vez, practicar arte experimental no sólo es romper reglas establecidas, es proponer, no algo más…no alternativo… es una actitud y punto de vista.

(octubre de 2012)

En este sitio podrán acceder a escuchar y/o descargar algunos materiales:

http://intersnauta.wordpress.com/

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